Federation Square Atrium

miércoles, 25 de junio de 2014

Canberra... capital de compromiso

Hay que ir a Canberra para darse cuenta de porque no aparece en la mayoría de los tours turísticos. A priori, la capital federal del país debería ser interesante de ver por aquello de conocer donde se encuentra el poder legislativo y ejecutivo de la nación. En realidad, Australia es un país federal que carece de vertebración nacional para todo aquello relacionado con el poder y el dinero, tal y como ocurre en muchas ocasiones en Estados Unidos, Suiza o la propia madre patria.

En Australia, los Estados marcan la agenda y pueden hacer caer a un gabinete si las alianzas con las empresas mineras lo estiman. El poder de Canberra es relativo, y si bien intentan favorecer el fair go o igualdad de oportunidades entre los estados, en realidad se deben al control que ejercen en el Parlamento los votos mayoritarios de Victoria y NSW, relegando al resto de estados a una balanza de poder para pasar determinadas iniciativas vía el Senado que representa de manera igualitaria a cada Estado.

Lo que el gobierno de Canberra no consigue es que los propios estados ejerzan una política de equilibro dentro de sus territorios y salvo en Victoria donde existen algunas ciudades medianas como Bendigo, Ballarat o Geelong, en NSW, Sydney hace y deshace a su gusto al igual que Perth en WA, o Brisbane en Queensland, y es que el modelo australiano se basa en el mega-desarrollo de ciudades donde se concentran los emigrantes o expatriados y núcleos mineros perdidos en mitad de la nada conectados por avión para pasajero y tren o barco para las mercancías, llegando al punto que empresas mineras llegan a desarrollar su propio ferrocarril para facilitar la cadena de suministro hasta puerto y posteriormente hasta China. Pero de la política portuaria hablaremos otro día.

El caso es que decidimos ir a Canberra en coche, y es que necesitamos de varios meses para animarnos a hacer una larga excursión tipo a la hicimos en Adelaida. Esta vez aprendimos la lección e hicimos escala en un pequeño pueblo a escasos 75 kms de la capital para hacer más llevadero el viaje, porque de nuevo, salvo Albury (ciudad industrial que creció al amparo del juego por encontrarse entre la frontera entre Victoria y NSW, no hay nada en el camino.

Después de parar en Gundagai en un motel (no hay hoteles propiamente dichos, pero el alojamiento fue suficiente) y la otra opción es Yass (más cercana a Canberra, pero más caro y masificado) , nos dirigimos a las cuevas de Careys Cave en Wee Jasper. Se encuentran en un lugar bastante perdido y el acceso en los últimos 500 metros es por camino de tierra. El negocio es puramente familiar y el guía si bien peculiar conoce muy bien la geología y las cuevas y hace la visita si bien un poco larga, bastante amena, especialmente para los niños. El número de visitantes no es muy elevado, así que suelen hacer la goma con los horarios para meter a más visitantes (cosa rara, teniendo en cuenta lo exquisitos que son por aquí con la puntualidad). Cuidado, hay dos accesos y uno de ellos acaba siendo un camino de cabras apto para todo terrenos durante más de 10 kilómetros.

El clima de Canberra, por cierto se dice camra no canberra,  es más frío y continental que el victoriano al encontrarse en una estepa tierra adentro. La ciudad se encuentra en una planicie y se desarrollo desde cero en los años 50 para despejar la rivalidad entre NSW y Victoria. Se expropió parte de tierra a NSW y se creo un nuevo estado conocido como ACT (Australian Capital Territory).

Nosotros utilizamos como base el barrio de Dickson, situado a apenas 2 kilómetros del centro, porque no se puede decir que Canberra tenga centro de negocio, ya que todo está muy distribuido y no hay grandes alturas. Creo que acertamos plenamente, porque la zona acaparaba la mayor densidad de restaurante y vida nocturna en el buen sentido de la palabra que hemos visto en mucho tiempo, mientras el resto languidecía apenas anochecía.


Uno no se da cuenta de lo traumatrizada que está la clase política australiana por la guerra, hasta que se visita Canberra. Ya he hablado de Shire of Rememberance y el día de los caídos, pero el volumen de memoriales a los soldados y diferentes cuerpos armados del país en Canberra roza el ridículo. Para muestra el botón al memoria a los caídos en la guerra de Grecia. Todo eso y mucho más se puede contemplar en la Anzac Parade, una larga avenida que parte del lago (artificial como casi todo en esta ciudad) y termina en el Australian War Memorial. Si en lugar de esto, se opta por seguir el recorrido del lago (Menzies Walk) nos iremos encontrando consecutivamente el Carrillón Nacional y el monumento a los viajes del capitán Cook todo ello aderezado por las ¨excursiones¨de numerosos conejos salvajes que campas a sus anchas en los numerosos parques de la ciudad. 
Al otro lado del lago se encuentra la Biblioteca Nacional con excelentes vistas y exposiciones, y al otro lado del aparcamiento el sitio más interesante para los niños, el Museo de Ciencias Questacon que se centra en el aprendizaje práctico de la ciencia y sin ser espectacular es entretenido y didáctico.  Junto a estos edificios se encuentra el Parlamentro nuevo y antiguo reconvertido en museo. Y es que por museos que no quede. De todas formas, he dejado para el final el que es a mi juicio el museo más relevante de todos, el Museo Nacional de Australia que impresiona por su arquitectura moderna y fresca, así como sus colecciones que abarcan toda la historia de Australia y el modo de vida desde su fundación, de manera que el visitante puede centrarse en aquellas parte que más le interesa, en mi caso la cultura indígena y cerrar la visita en menos de 2 horas.
El Parlamento debería ser el epicentro de seguridad de la nación y salvo controles en el aparcamiento subterráneo y detectores de metales en los accesos, los controles son comparados con los americanos o españoles, por decirlo de alguna manera muy amistosos con los visitantes. Además de alguna pieza de arte aborigen, me llamó la atención que ambas cámaras (Congreso y Senado) compartan el mismo edificio, en realidad alas diferentes del mismo edificio. Además de la Carta Magna, me llamó la atención la petición oficial de disculpas del parlamento a los pueblos aborígenes (más de 400 y 40 idiomas) por la generación robada en aras de la asimilación cultural.


Si se dispone de coche, y te gusta el espacio, es una excursión obligada (unos 25 kms) visitar el Centro CSIRO, NASA en Australia, donde se pueden contemplar radiotelescopios,  comprar ropa  y otros detalles alusivos, y visitar parte del centro incluyendo unas cuentas salas de exposiciones con vídeos y material sobre cómo Australia ha contribuido al desarrollo de la tecnología espacial. Se puede visitar en 20-40 minutos según tu amor por el tema y si no andas con ojo un cuervo que vive cerca del aparcamiento se puede apoderar de tus gafas de sol o todo aquello que brille y que no lleves oportunamente anclado.
Y como esta entrada se está haciendo demasiado extensa, concluyo con mi última recomendación, la torre Telstra para tener unas vistas de la llanura que constituye ACT, y conocer como se construyó hay un documental vintage en la planta baja de la época de Starksky y Hutch que seguro que es del gusto de los nostálgicos, pero dice poco en favor de la imagen de innovación y fomento del emprendimiento que busca el principal proveedor de comunicaciones del país, ex monopolio estatal y principal beneficiario del contrato de la National Broadband Network (NBN) que todavía tiene una cobertura mínima y que sufre además de reducciones en su alcance y rendimiento la competencia de la red de fibra propia que la empresa TPG quiere lanzar en competencia directa de la NBN en las zonas metropolitanas.




domingo, 22 de junio de 2014

Fin de semana en Auckland

 Después de un año y medio en el lucky country, llegó la hora de visitar el país más cercano a Australia: Nueva Zelanda. Mucha gente está entusiasmada por ver el país donde se rodó el hobbit, pero no siendo fan de Tolkien, no teníamos motivos para apresurarnos.

Elegimos el fin de semana del cumpleaños de la reina para hacer una escapada de 4 días. Siendo primeros de junio, no es la mejor temporada del año para visitar Nueva Zelanda. El mapa engaña, porque aunque puedes pensar que Nueva Zelanda está a la altura de Fidji, Nueva Caledonia o Toga, en realidad está bastante más al sur, e incluso Auckland que se encuentra en la isla del Norte está ligeramente más al norte que Melbourne, con un clima bastante lluvioso al encontrarse entre dos bahías. Incluso se puede practicar ski en la isla del sur.

La mayoría de la población kiwi, se les llama así por el pájaro típico no por la fruta, se encuentra en Auckland, y más de la mitad de los emigrantes se afinca en esta ciudad que me recordó bastante a Hobart, la capital de Tasmania, aunque a una escala mayor. Además es cierto que los kiwis tradicionalmente han emigrado a Australia para desarrollarse profesionalmente, pero en los últimos tiempos con un crecimiento superior (6 %) al de la estancada economía de NSW y Victoria, el número de kiwis que se han afincado en Australia ha decrecido en los últimos tiempos.

La marina de Auckland es famosa, no sólo porque albergó la American Cup en varias ocasiones, sino porque tiene el mayor porcentaje del mundo de penetración de barcos por persona. Y es que se trata de una ciudad orientada al mar con una pujante economía basada en la reconstrucción de Christchurch, la producción de leche encabezada por la empresa Fonterra y los recursos minerales.

Después de un viaje de madrugada donde JetStar se centró en intentar que les compraramos cosas a las 2 de la mañana en liugar de dejarnos dormir, llegamos al aeropuerto. El taxi a la ciudad fue aproximadamente 80 dólares. Hay un servicio de autobuses express que hace el trayecto por 16 dólares por persona, pero cuando lo tomamos a la vuelta, resultó que la frecuencia (10 minutos) no era fiable e incluso después de avisar en la parada, un conductor decidió mirar para otro lado.


Para tener unas buenas vistas de la ciudad es recomendable subir a Mount Eden, un antiguo volcán, para ver ambas bahías separadas por un istmo de 6 kilometros. La otra alternativa es contemplar la ciudad noctura desde el Sky Tower, una torre de telecomunicaciones similar a la Torre Telstra de Canberra.

Otro punto importante a visitar es el Museo de Auckland, antiguo musueo militar que se encuentra al otro lado de la ciudad cruzando la Universidad de Auckland y Albert Park. El museo está en uno de sus mejores parques y cuenta con un invernadero próximo, así como un parque con patos, pero lo más interesante son las zonas dedicadas a la cultura maori, y el show con danza incluída que se organiza (pago extra) en el auditorio del museo. (que tiene 2 entradas). 


El café-restaurante sirve para salir del apuro, pero no es espectacular.De todas formas, aunque haya poco tiempo, recomiendo tomar el bus para recorrer zonas comerciales como New Market (carcanas al museo, donde se puede encontrar tiendas de moda y restaurantes) o bajar callejeando por Queen Street hasta la Art Gallery donde se pueden encontrar ejemplos de arte moderno.


Otra opción, es tomar alguno de los ferries que llevan a Davenport para visitar el museo naval o subir a otro antiguo volcan para ver la vista de la ciudad y las islas próximas o visitar algunas de las islas famosas por sus viñedos y paisajes volcánicos.


Los precios del transporte público es muy razonable, y los autobuses metropolitanos cuentan con un mapa con GPS que posiciona las paradas y donde se encuentra el autobús en cada momento. Utiliza una tarjeta tipo Myki, denominada Hop que da acceso Wifi gratuito, pero no hace falta, porque también se puede pagar en efectivo al conductor. Y no olvide decir "Gracias" antes de bajarse.
Y sí, es cierto, como dicen en españoles por el mundo, hay varias intersecciones donde los peatones pueden cruzar en diagonal.